Cuenta la leyenda que un día, de repente, Lluna Roja desapareció. Nunca más se le vio postrada en proa, dirigiendo sus navíos y desafiando a las tiranías del mundo moderno. No se volvieron a repetir saqueos contra aldeas y ciudades costeras. Nunca, nadie, volvió a verla. Cuenta la leyenda que desapareció de los mares para pasar el resto de su vida en una pequeña aldea llamada Miramar junto a los suyos, junto a Jaume, Josepet y otros que vinieron después, y que dejaron huella generación tras generación hasta las que hoy pueblan este lugar del mundo.
viernes, 29 de julio de 2011
LLUNA ROJA: UNA HISTORIA PIRATA. EPÍLOGO.
jueves, 14 de julio de 2011
FIESTAS DE SANT JAUME 2011 - MIAMI-PLATJA.
martes, 12 de julio de 2011
LLUNA ROJA: UNA HISTORIA PIRATA. CAPITULO SEXTO "...COMO EN LA TIERRA".
Nunca antes, ni Lluna Roja ni Jaume, habían vivido algo igual. En sus vidas pasadas no habían dejado espacio para el amor. La misión libertaria de una y la responsabilidad familiar del otro les habían privado, hasta el momento, de tal distracción. Los siguientes días fueron los más apasionantes, apasionados y pasionales que uno pueda llegar siquiera a imaginar a bordo del navío pirata más célebre de aquellos tiempos.
Habían pasado ya cinco semanas desde que Jaume fuera apresado, cinco semanas en las que su vida había cambiado totalmente de rumbo. También los quehaceres diarios de la gran pirata habían experimentado cambios. Empezó a confiar mucho más en su tripulación, se sentía más despierta, ilusionada, alegre y feliz. Bromeaba, era más benevolente con los presos, se la oía reír a carcajadas desde cualquier rincón del barco. A todo el mundo a bordo le sentaba bien ese cambio de carácter, y a pesar de tener una actitud menos dura no disminuyó el respeto que se le merecía, más bien al contrario.
Lluna Roja se dio cuenta de que su tripulación trabajaba con más ganas. Su historia de amor la hacía feliz a ella y a su gente. Pero, ¿y a Jaume? ¿Era más feliz estando con ella?. “Jaume, sois feliz a mi lado?”, le preguntó un día. El joven contestó con una franca sonrisa “Feliz soy a vuestro lado”, y un hondo silencio se produjo tras esas palabras. La pirata le volvió a hacer esa pregunta al día siguiente, y al siguiente, y al otro. Y siempre recibía la misma respuesta, “feliz soy a vuestro lado”, y de nuevo un silencio al que Lluna Roja no replicaba. Ella insistía e insistía con su pregunta, puesto que a pesar de parecer sincera, esa respuesta no le bastaba. Le obsesionaba ver que la aparente felicidad que él le mostraba no se correspondiera con la tristeza que intentaba disimular.
Un día Lluna Roja le volvió a formular la pregunta, y de nuevo Jaume le respondió como acostumbraba. Pero después del silencio que siguió la pirata sí replicó. “Entonces por qué tenéis tristeza en vuestros ojos?”, dijo. Jaume la miró durante unos segundos que parecieron eternos. Y finalmente le contó por qué era feliz a su lado pero no podía deshacerse de la tristeza que le acompañaba. Le contó que padecía por su hermano, por su pequeño, del que no sabía nada. No conocía cuál había sido su destino, si estaba vivo o muerto, si alguien se ocupaba de él. Que pensaba en él todos los días, y que la felicidad sería completa cuando se hubiera reunido con el niño.
Lluna Roja suspiró de alivio, dado que se había puesto en lo peor: que estuviera ya casado y tuviera cinco hijos, o que realmente no la quisiera como ella a él. La capitana le dijo que no se preocupara, que irían a buscar al pequeño y que podría vivir con ellos en
La pirata se enfureció y le gritó que no pensara ni por un momento que renunciaría a él por un mocoso. Claro que no tenía nada contra Josepet, ni contra ningún niño, ella adoraba a los pequeños. Pero le pudo la rabia, el egoísmo y sus fuertes sentimientos hacia Jaume, y se negó siquiera a pensar en la posibilidad de renunciar a su amado. Tampoco quiso escuchar al joven cuando le propuso que dejara una vida tan dura y se retirara con ellos en Miramar, así podrían estar siempre juntos. Le cegaba la ira al oír esas palabras. Ella era Lluna Roja. Era la pirata más temida del Mediterráneo. La capitana más valiosa. La corsaria más conocida. Tenía todavía muchas aventuras que correr, muchos lugares a los que arribar, demasiados tiranos a los que acosar. ¡Ella era Lluna Roja, qué insolencia pensar en que podría renunciar a su destino! Le gritó que habían acabado, por supuesto, y que se tomaría unos días para decidir qué hacer con él.
Los siguientes días fueron fríos y silenciosos para ambos. Nadie en el barco volvió a hablar de los amantes. Él volvió a la bodega fría de los prisioneros, sumiéndose aun más en la tristeza de la que hablaban sus ojos, mientras ella endurecía de nuevo su carácter con su tripulación y los esclavos.
Pasaron cinco días, con sus cinco noches, y por fin Lluna Roja llamó a Jaume a su cabina. Había decidido. Después de reflexionar, reflexionar y reflexionar llegó a una conclusión: no quería prescindir de él por tanto que lo amaba, pero tanto lo amaba que no podía más que prescindir de él. Le devolvería a tierra, junto a Josepet.
miércoles, 6 de julio de 2011
ESTO NO ES HAWAII QUE GUAY. (VÍDEO NOTICIAS A3)
MIAMI POST, 216